domingo, 4 de enero de 2009

Luchando por un sueño


-¿Cómo quieres conseguir tu sueño? -Me miró y yo le miré con mis ojos bañados en lágrimas. -¿Llorando y dándole pena a los demás? -Negué con la cabeza lentamente. -Yo conocía a una chica que luchó por su sueño dandole igual lo que dijeran los demás.
-Estoy sola. -Se agachó a mi lado. Con cuidado acarició mis mejillas secando las lágrimas. Como si de una muñeca de porcelana fuera y me pudiese romper en cualquier momento.
-No lo estás, Nora. -Susurró. -Jamás lo has estado. -Volví a romper a llorar. -No llores.
-Lloró por qué sé que te perdí una vez, no quiero volver a perderte otra. -Mis sollozos eran silenciosos y apenas me dejaban respirar.

Sin darme cuenta le había perdido. Pero en una parte de mi corazón seguía ahí. Me esperaba para cuando yo lo necesitará. Como una niña perdida espera a que su madre la venga a buscar.
Pero esto era diferente, era como si la madre esperara que su hija se diera cuenta del error que había cometido separandose y diera la vuelta y por su propio pie consiguiera encontrar el camino y volver a sus brazos.

-Tú vales más que todos los que te hacen daño. Así que ahora vas a salir y a demostrar que tú eres la mejor y que nadie, nunca jamás, te va ha hacer daño.
-¿Me lo prometes?
-¿A caso dudas de mi palabra, pequeña?
-Nunca jamás. -Me dió la mano y tiró de mi para abrazarme.
-Recuerdalo siempre Nora. Por y para siempre voy a estar a tu lado apoyándote.
-Por y para siempre. -Sonreí como una tonta, como siempre hacía cuando estaba a su lado, cogí el micro y salí a enfrentarme a todo el mundo, todos los que me apoyaban y todos los que me odiaban, para demostrarle a la gente que quería que era fuerte y que sus ánimos puestos en mi no serían nunca en vano.

Y sin darme cuenta olvidé de todo el dolor que había sentido, porque la persona que más quería en el mundo la tenía siempre a unos cuantos metros de mí.
Y jamás me había dado cuenta.

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